El Alcázar hasta el siglo XIV
74) El Ave Fénix avvfénix.blogspot.com.es. 29/04/2023
Reales Alcázares de Sevilla
El conjunto del Real Alcázar de Sevilla tiene su origen en la evolución que
la antigua Hispalis romana, la Spali de tiempo
de los godos, experimentó durante la Alta Edad Media, cuando la ciudad pasó a
denominarse Ixbilia. Y más concretamente a comienzos del siglo X,
en el momento en que el Califa de Córdoba Abderrahmán III an-Násir ordenó, en
el 913, el levantamiento de un nuevo recinto de gobierno, la Dar
al-Imara, en el flanco meridional de la ciudad, según los testimonios más
fidedignos. Antes la sede del poder omeya de al-Andalus estuvo dentro del
espacio de la ciudad bajo-imperial romana, no lejos de la mezquita aljama
hispalense, localizada en la actual Colegiata del Salvador. El espacio de poder
más característico de Sevilla se encontró ya ligado al puerto de la ciudad, la
sede más relevante de su actividad económica. El antiguo puerto de la ciudad,
en los terrenos de la actual Plaza del Triunfo, la Explanada de los Banu Jaldún
se llamaba entonces, fue desplazándose en dirección oeste hasta el curso
principal del Guadalquivir, mientras el brazo secundario que discurría desde la
actual Alameda de Hércules, atravesando por la calle Tetuán hasta la Plaza
Nueva, desaparecía como vía fluvial del espacio urbano. Menos en los momentos
en que las crecidas le devolvían su espacio.
Al palacio de gobierno
Omeya del siglo X se añadiría posteriormente el Alcázar Nuevo de los abbadíes,
los gobernantes de Sevilla y su entorno durante el siglo X. Este Palacio de
al-Mubarak, el Bendito, fue ya el centro de la vida oficial y literaria de la
ciudad, con los poetas, como el soberano al-Mutamid, que sentaron las bases de
otras actividades humanas, y sus leyendas que forman hoy parte de la historia
de Sevilla. Posteriormente los almorávides cerrarían el espacio de gobierno
extendiéndolo hasta el Guadalquivir. Los almohades, en el siglo XII,
completarían las obras de época árabe con otras edificaciones de las que
todavía nos quedan restos que constituyen una muestra única en el mundo. La
Casa de la Contratación por ejemplo.
La conquista
castellana del territorio en 1248-49 dotó al Real Alcázar de la condición que
permanece hasta nuestros días: sede de la Corona y ámbito del poder municipal
de la ciudad. Se levantaron entonces, sobre las bases anteriores, en una
integración histórica de culturas que forma parte de la misma esencia de
Sevilla, palacios como el Gótico, en el que Alfonso X plasma las concepciones
del nuevo marco cultural en el que se ha integrado la ciudad. El Palacio
Mudéjar de Pedro I, a mitad del siglo XIV, hace aparecer de nuevo antiguas
concepciones mediterráneas en versión árabe, cuando al-Andalus ya era una
entidad dominada por la Corona de Castilla
Alcázar de Sevilla desde el siglo XV hasta el presente
Desde comienzos de la
Edad Moderna, la constante vinculación del Alcázar sevillano con la corona de
España se constata en continuas transformaciones del edificio que intentaron
acomodar su interior al gusto de los nuevos tiempos. Así, se reformó el piso
alto del Patio de las Doncellas, que adquirió una fisonomía renacentista de
gusto italiano. También se renovaron sus yeserías y se modificaron los arcos de
la galería inferior. Igualmente, se construyeron a lo largo del siglo XVI
espléndidos artesonados que aún mantenían la estética mudéjar y que no
traicionan al primigenio espíritu del edificio; entre estos artesonados
destacan especialmente el que cubre el amplio espacio del Salón de Embajadores.
Otros recintos del
Alcázar tuvieron peor suerte, como el desdichado proceso de transformación del
delicioso Patio de las Muñecas, que se encuentra muy modificado por
restauraciones del siglo XIX que hicieron desaparecer su primitivo encanto. No
obstante, se conservaron las columnas y capiteles antiguos, que mantienen parte
de la original impronta de dicho patio.
Magníficas
aportaciones renacentistas enriquecieron el acervo artístico del Alcázar
sevillano, como el admirable altar de azulejos realizado en 1504 por Francisco
Niculoso Pisano y que se encuentra en el oratorio de los Reyes Católicos o el
retablo pictórico que se conserva en el Cuarto del Almirante, dedicado a la
Virgen de los Navegantes. Este retablo procede de la Casa de Contratación y fue
realizado por Alejo Fernández en 1536.
El esplendor
renacentista brilla también en los llamados Salones de Carlos V, que están
precedidos por una monumental entrada realizado por el arquitecto van der Borch
después del terremoto que sufrió Sevilla en 1755. En este pórtico se refleja ya
el gusto clasicista que sucedió a la estética barroca a partir de mediados del
siglo XVIII. En los salones interiores se guardan magníficas colecciones de
tapices que narran la conquista de Túnez por Carlos V y que fueron realizadas
en el siglo XVIII siguiendo el gusto flamenco. Estos tapices se acomodan
perfectamente sobre excelentes zócalos de azulejos realizados por Cristóbal de
Augusta a mediados del siglo XVI.
Los monarcas Borbones,
en el siglo XIX, dejaron también una fuerte impronta en el Alcázar acomodando
espacios en la planta alta del edificio, donde antiguas estancias fueron
reformadas y realzadas por decoraciones decimonónicas con tapices, lámparas de
cristal de la Granja, relojes, muebles y una notable colección de pinturas.
Finalmente, hay que
señalar la importante transformación de los jardines a partir del renacimiento
con la creación de nuevas fuentes y estanques, pabellones, portadas y galerías.
Los parterres han sido permanentemente remodelados y, hasta mediados del siglo
XIX, mejorados con importantes innovaciones que hacen de este ambiente
ajardinado uno de los espacios más hermosos y bellos de España. Enrique Valdivieso
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