jueves, 16 de noviembre de 2023

La mujer emparedada: la leyenda sevillana que cuenta como las campanas de San Lorenzo salvaron su vida.

 

                            Iglesia de San Lorenzo       “Diario de Sevilla”

111)  El Ave Fénix   avvfénix.blogspot.com.es  16/11/2023

La mujer emparedada: la leyenda sevillana que cuenta como las campanas de San Lorenzo salvaron su vida.

·        Una historia que acaba con un final feliz gracias a la ayuda inestimable de las campanas de San Lorenzo


Sevilla tiene infinidad de leyendas relacionadas con sus vecinos, sus iglesias y sus calles, es una ciudad por la que han pasado millones de personas a lo largo de su historia y poco a poco han ido calando entre los sevillanos algunas historias que han ido pasando de generación en generación. Hay una de ellas que está protagonizada por un albañil, una mujer y las campanas de San Lorenzo. 

Esta historia e sitúa actualmente en la calle Marqués de la Mina que era donde viví uno de los protagonistas de la leyenda, el albañil, Esteban Pérez. Una noche de invierno de 1868, un hombre llamó a la puerta de Esteban para requerir sus servicios como albañil, era un trabajo urgente y necesitaba que el joven se pusiera en marcha de inmediato, le ofreció una cantidad considerable de dinero y Esteban cogió lo necesario para ponerse manos a la obra. 

Al ser invierno y encontrarse cerca del río, la niebla era espesa y apenas había visibilidad, guiado por el hombre, Esteban se dirigió hasta un carruaje que los esperaba, cuando fue a subir, el caballero bien vestido afirmó tener que vendarle los ojos. Este imprevisto no sentó bien al albañil que amenazó con marcharse a casa, pero en ese momento el señor que lo había llevado hasta ahí dijo: "No puede saber el lugar de destino, tendrá una buena recompensa por ello. Está en usted elegir entre el oro y el plomo".

Sin ninguna opción de negociación, Esteban se subió al vehículo con los ojos vendados y estuvieron dando vueltas por la ciudad durante más de una hora. Transcurrido ese tiempo, el señor que lo había amenazado previamente le ayudó a bajar del carruaje y entraron en un lugar al que hicieron bajar a un sótano al albañil. Hasta que no hubo llegado a ese subterráneo no le dejaron descubrirse los ojos. 

Una vez que se hubo acostumbrado a la luz el hombre le dijo "detrás de usted hay una hornacina, su misión es levantar una pared delante y todo habrá terminado". Cuando Esteban dirigió la vista hacia el hueco vio que había dentro de la hornacina una mujer sentada y atada a una silla, además de amordazada. Una imagen dantesca que se le quedó grabada en la memoria al albañil. Quería huir pero el misterioso caballero que había solicitado sus servicio volvió a amenazarlo: " Puede usted elegir entre el oro y el plomo". Poco podía hacer más allá de su trabajo. 

Cuando terminó le volvieron a vendar los ojos y le prometieron que si contaba algo de lo que había visto o hecho aquella noche moriría. Cuando llegó a casa, intranquilo y muy nervioso, no podía dormir, terminó despertando a su mujer y Esteban no pudo hacer más que confesarle a su esposa todo lo que había acontecido aquella noche. Ambos se pusieron de acuerdo y decidieron ir a contar lo que había pasado al juez de guardia, que le preguntó detalles acerca del lugar, la mujer o el misterioso hombre que le había obligado a actuar de aquella manera. 

El albañil no tenía muchos datos en su poder porque le habían tapado los ojos, pero recordó que cuando estaba tapiando la pared, escuchó unas campanas cercanas que habían dado los cuartos en varias ocasiones.  Con esa pista, el juez y el matrimonio, salieron a la calle y buscaron al maestro relojero y este les dio la pista definitiva: "la única iglesia con reloj que marcaba los cuartos en Sevilla era la iglesia de San Lorenzo". Al parecer nunca habían salido del barrio, habían estado dando vueltas para despistar pero sin alejarse, ahora quedaba localizar la casa.

Fueron casa por casa llamando a la puerta, tras varios intentos llegaron a un domicilio al que hubo que llamar más de una ocasión y aún así nadie acudía a abrir la puerta, y la vecina de al lado se asomó y les dijo "no se molesten en llamar, el dueño se ha marchado hace poco con sus maletas", no había duda, tenía que ser allí. Derribaron la puerta, bajaron las escaleras y allí estaba la pared, húmeda aún.

Esteban comenzó a derribar el trabajo realizado unas horas antes y pudieron salvar a la mujer que se encontraba sentada y amordazada, aunque la encontraron sin conocimiento, aún estaba viva. Se trataba de la hija de un conocido confitero de Sevilla que, habiendo conocido a un hombre que había llegado de Cuba, enriquecido por plantaciones de caña de azúcar en la isla, se casaron. Su marido era tan celoso que le prohibió salir y hablar con nadie y que en un ataque de celos decidió emparedarla y huir.

El juez había dado aviso y finalmente fue detenido en Cádiz cuando estaba a punto de embarcar hacia La Habana. Tras la investigación, el verdugo resultó no ser un rico hacendado sino un delincuente. Un chantajista especialista en robar a personas acaudaladas, a las que amenazaba con denunciarlas falsamente si no accedían a sus chantajes y le pagaban el dinero que les pedía.

Increíble pero cierto, esta leyenda sevillana acaba con un final feliz ya que se hizo justicia y la mujer emparedada viva no murió, gracias a la buena obra del albañil y a las campanas de la iglesia de San Lorenzo que fueron la pista fundamental para encontrar la casa donde acontecieron los hechos. 

Pinceladas de humor.

 



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