Cartel de la
Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla
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Bacarisas,
hizo el cartel de la Exposición Iberoamericana de 1929. Afincado en Sevilla,
también destacó como decorador cerámico y por sus trabajos en algunos pabellones
como en el Pabellón Real o de Argentina
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La
Exposición Iberoamericana y su publicidad servían de propaganda al régimen del
general Primo de Rivera. europa sur
La Plaza de España de
Sevilla, erigida para la Exposición Iberoamericana de 1929 de Sevilla.
Desde los inicios de la historia, se ha tenido la necesidad de
reproducir imágenes a través de dibujos, pinturas, grabados... Actualmente,
las universales sociedades conforme avanzan las
actuales tecnologías, la fotografía, el cine y el resto de manifestaciones que
configuran la comunicación audiovisual, han intentado que tales imágenes se
parezcan lo más posible a la realidad que lo rodea y habita.
Es, por lo tanto, la de dejar huella y
guardar recuerdos una necesidad innata del ser humano, aunque hoy nos parezca
un hecho normal debido a la saturación de imágenes que impregnan la sociedad.
No obstante, este proceso fue percibido como un acontecimiento excepcional, casi
siempre relacionado con los ritos religiosos, políticos y sociales. Así, tal y
como recoge Isidoro Arroyo en sus estudios sobre la evolución de la imagen, “en
algunas civilizaciones antiguas, la reproducción de imágenes llegó a ser un
espectáculo lúdico”.
El resultado más llamativo que emerge de los datos analizados es
que el cartel tenía un propósito muy práctico: transformar las paredes de la
ciudad en mamparas fijas pero cromáticas capaces de informar, promocionar y
publicitar a la vez que apelaban a los deseos y necesidades de los
transeúntes. El cartel juega un importante papel como
potente medio de comunicación de masas, dirigido a un público anónimo y
diverso, y por tanto capaz de democratizar nuevas formas de arte moderno en
cualquier lugar y sin exclusión.
Asimismo, la tendencia a difundir información y a dar a conocer
acontecimientos situó al cartel como principal medio de información. Desde
entonces, el cartel ha servido para anunciar noticias relacionadas con el orden
social y político, pero también ha sido una herramienta idónea para informar
sobre los eventos relacionados con el ocio y las actividades
lúdicas-culturales. Como sería el caso de la Exposición
Iberoamericana de 1929 en Sevilla.
Por un lado, el hecho de que Sevilla fuese la ciudad que acogiera
tan magna Exposición fue un aspecto importante que me deslumbró, para emprender
la búsqueda y por otro el interés de poder demostrar con plena garantía
documental la verdadera autoría de tan notable cartel,
ya que las aseveraciones sobre la misma parecen confusas y variables en el
tiempo.
Asimismo, esta investigación se desarrolla en el ámbito documental
y empírico y parte de la hipótesis de que, a través de un producto de consumo
publicitario, como son los carteles, donde se ven reflejados aspectos que
conforman la identidad publicitaria y gráfica de la sociedad que los acoge
dentro de sus eventos como: celebraciones, exposiciones, calles, entornos
urbanos, entre otros. En paralelo, surge el interrogante sobre la autoría y el
proceso creativo que concluyó que el cartel encargado de dar propagando y
difusión a la Exposición Iberoamericana, fuera realizado por el artista Gustavo
Bacarisas. Por lo tanto, este documento tiene como objetivo
clarificar el proceso de encargo creativo del cartel realizado por el artista
citado con anterioridad.
Por otro lado, los datos de la investigación en este artículo se
dibujan a partir de tres fuentes fundamentales:
1. Archivos: AMCB (Archivo Municipal Contemporáneo de la ciudad de
Barcelona), BNE (Biblioteca Nacional de España), AGA (Archivo General de la
Administración) SAHP (Servicio de Archivo, Hemeroteca y Publicaciones del
Sevilla.
2. Museos: MACPS (Colección Museística de Andalucía del Museo de
Artes y Costumbres Populares y la Colección del Ayuntamiento de Sevilla
depositada en el Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla, MNAC (Museo
Nacional de Cataluña).
3. Finalmente, con la contribución desinteresada de los
particulares: Margo Davison de Martínez Caro, Amparo Graciani, entre otros.
Atendiendo a la bibliografía existente, la propuesta de celebrar
una exposición en Sevilla no puede entenderse sin tener en cuenta la necesidad
de implantar un proyecto que intentara regenerar la sociedad y
la política españolas tras el desastre producido durante la guerra hispano-
estadounidense del 98, al tiempo que, sin buscar el establecimiento de
consolidadas relaciones con América, que dieran su fruto en una nueva forma de
intereses comunes para las dos. Además, se enmarca en medio de un contexto de
auge de desarrollo de exposiciones internacionales, que se convertirá en una
constante mundial a lo largo de toda la época. La evolución industrial y
técnica contribuyó a la necesidad de la existencia de estos eventos. En este
sentido, cabe señalar que la Exposición del 29 no
fue la primera en realizarse en España, pues, anteriormente, se habían llevado
a cabo también otras muestras. En 1874, se había celebrado la Bético-Extremeña
y en 1888, la de Barcelona, entre otros ejemplos. En Sevilla, encontramos como
precedente de la muestra la Exposición de Productos Sevillanos e Industrias
Agrícolas, Vinícolas y Mineras de la Provincia, que tuvo lugar en 1905.
Con este panorama político, se inicia la idea de hacer una
exposición Iberoamericana en Sevilla, a la que se acompaña de los cambios, que,
en esta primera parte de siglo, albergan todas las naciones europeas y que, a
través de los nuevos avances tecnológicos, organizarían un nuevo mapa
industrial, laboral, económico, político y social.
En cualquier caso, no fue fácil su nacimiento y ejecución ya que
desde los inicios la propuesta de celebrar una exposición Iberoamericana estuvo
muy ligada a la crisis económica de la Primera Guerra Mundial y
a otros conflictos político- sociales, que se generaron en Europa.
Advirtiendo en la parte que nos ocupa, sabemos que el autor del
cartel fue el pintor gibraltareño afincado en Sevilla, Gustavo
Bacarisas. Podemos
destacar su faceta como decorador cerámico, además de sus trabajos en algunos
pabellones de la Exposición del 29 como en el Pabellón Real o de Argentina.
También realizó otras obras en cerámica, como la Capilla de
los Luises en Sevilla, de gran influencia modernista, o
sus trabajos para el edificio Villa de Reinosa, en el popular barrio de Triana
de la ciudad hispalense, en el año 1915.
Cartel
promocional para la Exposición Iberoamericana de 1929.
Dentro del panorama cartelista sevillano, la pintura estaba muy
presente. Destacaban en ella Gustavo Bacarisas, Gonzalo Bilbao o Juan Miguel
Sánchez, pintores que parten de una línea académica y tradicional, pero
incorporando a esa temática costumbrista ciertos avances técnicos y algunas
libertades artísticas como la riqueza cromática y luminosa a través de las gamas de
color más envolventes y la captación psicológica de sus
ambientes y personajes, lo que les hizo sobresalir de sus coetáneos artistas y
ejercer influencia a su vez en una generación posterior que, continuadora de su
estilo, ha perpetuado sus fórmulas hasta nuestros días.
Gustavo
Bacarisas, 1928. Detalle decoración cerámica Capilla de los Luises de Sevilla.
En el caso del cartel de la Exposición Iberoamericana de 1929,
celebrada en Sevilla, hay que tener en cuenta el contexto de la capital
hispalense, caracterizado por un estilo regionalista en todas sus edificaciones
que pretendía exhibir una perspectiva diferente respecto a las muestras que se
habían celebrado en ciudades como Londres, París o Estocolmo, más científicas y
de corte más tecnológico. La Exposición Iberoamericana y su publicidad servían,
además, de propaganda al régimen del general Primo de Rivera, pese a que unos
meses más tarde la dictadura daría sus primeros síntomas de decadencia
política, social e ideológica.
Durante el año 1911, el Gobierno de la Nación
junto al Ayuntamiento de Sevilla organizaría un comité ejecutivo encargado de
desarrollar la propaganda y ocuparse de publicitar la Exposición
Iberoamericana.
Posteriormente, en 1926, el nuevo comisario nombrado
por el rey Alfonso XIII, Cruz Conde, asignó para dar difusión a la Exposición
un presupuesto de 1.131.000 pesetas, a cargo
de la Dirección de propaganda, que dependía de la comisión permanente para la
organización de la Exposición General Española.
Una primera hipótesis sería que, en esta partida presupuestaria,
presuponemos que se realizaría un certamen para elegir el cartel encargado de
dar propaganda a la Exposición de 1929 o en una segunda hipótesis planteada,
directamente se haría un encargo directo del cartel al propio artista que
sabemos que fue al pintor Gustavo Bacarisas, aunque de momento no podíamos
demostrar nada por falta de respaldo documental.
Bacarisas, artista polifacético fue presidente de la sección de
Bellas Artes del Ateneo durante 1928, manteniendo buenas
relaciones institucionales con el binomio Comité Ejecutivo de la Exposición y
con miembros de la alcaldía como es el caso Santiago Martínez, asesor artístico
de la exposición, ambos pertenecientes a una pléyade de artistas locales de
principio del siglo XX en la ciudad hispalense. Anteriormente, el negociado de
Festejos del Ayuntamiento de Sevilla en 1916, encargó a Bacarisas la
realización del cartel de las Fiestas de Primavera de 1917.
Contrato
del encargo para el diseño del cartel de las Fiestas de Primavera de 1917 de
Sevilla a Gustavo Bacarisas.
Siguiendo con nuestra investigación, nos planteamos una tercera
hipótesis al consultar en paralelo la web Ferias y Carteles, donde pudimos
encontrar el siguiente texto: “En su faceta como cartelista, destaca el cartel
encargado por el Ayuntamiento de Sevilla de las fiestas de primavera de 1917 y
el cartel de la Exposición Iberoamericana de 1929”.
Es verdad que el cartel de 1917 es un encargo para Bacarisas, pero
también el cartel de la Exposición Iberoamericana pudo ser otro encargo directo
del propio ayuntamiento de la ciudad.
Artículo publicado en la revista Almoraima número 58. Revista de
Estudios Campogibraltareños.
Pinceladas de humor.
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