El ficus de San
Jacinto y su futuro
El autor explica cómo proceder con este árbol de 110 años, cuyo valor
ambiental y patrimonial para la ciudad no puede volver a cuestionarse, y
recuerda la capacidad de los técnicos arboristas de Sevilla Entrevista con Ricardo Librero: "No
se pueden seguir haciendo calles sin un solo árbol en las ciudades"
Tras el lamentable intento de tala y su paralización judicial, que dejó al
Ficus de San Jacinto mutilado, la anterior dirección de Parques y Jardines
procedió a cubrir con arpillera las ramas desnudas y aplicó unos tratamientos
con endoterapia y riego, siguiendo la orden judicial al Ayuntamiento de
asegurar la seguridad del mismo.
Estos trabajos, permitieron una brotación rápida y un
sombreamiento de la corteza por las nuevas hojas, hasta cubrir prácticamente la
totalidad de las ramas. Lamentablemente, los cuidados fueron interrumpidos en
primavera por “temas administrativos”, alargando el periodo electoral la falta
de cuidados, hasta que con la nueva alcaldía se ha incluido al ficus en los
riegos nocturnos del arbolado de la zona.
El ficus de Triana.
Estas quemaduras fueron la causa en 2021 del desgraciado accidente que
condujo a varios vecinos al hospital, producto de la lamentable poda recibida
en 2018, que dejó desnudas sus ramas, en una especie sin suficiente ritidoma de
protección contra la radiación, y que terminaron con la solicitud de tala.
Si bien la vuelta a los riegos y cuidados mejorará su situación, es
evidente que hay que incluir este árbol monumental en el grupo de ficus
con cuidados especiales que, a raíz del movimiento social de rechazo a la
tala, se creó en Parques y Jardines el pasado año.
Siempre hemos creído y defendido que el templo y el Ficus son compatibles y
así informamos tanto a la parroquia como al Ayuntamiento y al juez que terminó
considerando la paralización de la tala.
Hay tres premisas fundamentales para su futuro: la seguridad de
las personas, la preservación del patrimonio arquitectónico de la
parroquia y, por supuesto, la vida del abuelo de Triana.
La primera, está encauzada, al haber acordado el alcalde con el párroco la
cesión de la propiedad para devolver como plaza pública a Triana el antiguo
compás del convento y el cuidado de sus elementos, incluido el ficus. Hay,
por tanto, que garantizar que la nueva copa que se forme lo haga bajo unos
parámetros estructurales estables y seguros. A mi entender, lo primero es ir
estudiando los dos próximos años la evolución de las nuevas ramas e ir
seleccionando las que terminarán conformando la futura copa, aunque primero hay
que adecuar la estructura que dejó la tala paralizada, equilibrando el
crecimiento de la base, reduciendo el “muñón” que quedó más elevado y que ya
presenta en su cara sur fisuras en la corteza en la zona no protegida del sol
por hojas o arpillera.
Y, segundo, revisando los cortes realizados durante la tala, eliminando
desgarros, utilizando herramienta adecuada y procurando pendientes que eviten
el acúmulo de agua en los mismos y la aceleración de la putrefacción del
duramen. Aplicar una masilla protectora hasta el borde del cambium para
preservar los cortes de los efectos climáticos su desecación sería conveniente
hasta que las heridas inicien la compartimentación, que nunca será completa en
estas dimensiones, sin olvidar que con carácter urgente hay que cubrir las
raíces las raíces superficiales con un acolchado desinfectado.
El efecto de la sequía en las hojas del ficus de Triana.
El ficus, con secciones de cortes de ramas superiores a los 70 centímetros,
como tiene ahora, difícilmente podrá volver a contar con la magnífica copa que
tuvo en su día. Las nuevas ramas descansarán sobre troncos seccionados de gran
dimensión que deben ser controlados periódicamente para retrasar su pudrición
y, por tanto, la estabilidad de las nuevas ramas. Su conservación ha de ser,
pues, tras la tala más intensiva que en otros ficus de la misma edad, pero este
Ficus macrophylla de 110 años es un valor ambiental y patrimonial para la
ciudad que no puede volver a ponerse en cuestión y contamos con técnicos
arboristas con capacidad suficiente para desarrollar estos trabajos con calidad
y seguridad.
Adicionalmente puede plantearse una pérgola perimetral estructural, a lo
largo de la acera afectada por la futura copa, para evitar posibles caídas de
ramas sobre viandantes, como se ha hecho en Murcia.
En segundo lugar, el templo. Las
raíces que han invadido el atrio de la Iglesia sabemos que son superficiales,
de pequeño diámetro y que se desarrollan por encima de la cimentación, dato
omitido por el informe del arquitecto de la parroquia que sirvió de base para
la tala. Son pues raíces exploradoras y oportunistas buscando humedad y
nutrientes. Sería necesario, para evitar daños futuros, generar una barrera
antirraíces junto a la fachada de la iglesia hasta una profundidad de al menos
un metro, que evite el crecimiento hacia el templo y acompañado de un estudio
del subsuelo bajo el mismo para evitar que el previsible aumento de la humedad,
eliminado el efecto succión del ficus, afecte estructuralmente a la misma.
La restauración de la plaza ya de uso público, gracias al nuevo
Ayuntamiento, es una buena oportunidad para acometer un proyecto de estas
características que incluya el tratamiento del subsuelo como un Sistema
Urbano de Drenaje Sostenible (el modelo Stockholm por ejemplo), que
garantice un crecimiento radicular controlado y dotado de sistemas de riego y
aporte de nutrientes, para permitir su vida al menos otros 100 años con
garantías de seguridad.
Pinceladas de humor.
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