Bobby
82) El Ave Fénix avvfénix.blogspot.com.es 04/05/2023
Bobby y la fuerza de la
lealtad Historias de perros
Bobby
era un perro de raza Skye Terrier, que se
convirtió en una auténtica leyenda. Su amo era John Gray,
un vigilante nocturno de Edimburgo que lo adoptó y lo convirtió en un amigo
inseparable. Sin embargo, Gray murió de tuberculosis, en 1858. Había pasado los
últimos años de su vida al lado del perro y este no comprendió lo que ocurría.
Se cuenta que John Gray fue enterrado en el cementerio Greyfriars. Desde
entonces, Bobby se trasladó a ese lugar para acompañar a su amo, incluso más
allá de la frontera de la vida. Esta es una de esas
historias de perros que siguen ilusionados con volver a ver a sus dueños, aún
después de que estos han muerto. Sin embargo, el caso de Bobby tiene algunas particularidades especiales.
Los lugareños de la época notaron que el perro no se separaba de la tumba
de su amo, por ninguna razón. Trataron de atraerlo, pero él no atendía. Así
pasó 9 años, hasta que se emitió una orden según la cual todo perro no
registrado sería sacrificado. Sir William Chambers pagó el
registro de Bobby y le hizo un collar grabado con su nombre, que todavía se
conserva en un museo de Escocia.
Bobby murió 14 años después de su dueño. Se
hizo una tumba en su honor y el escultor Wiliam Brodie elaboró una famosa
estatua, en tamaño natural, que aún se conserva en Edimburgo.
Desde el año 2000, la tumba de Bobby se ha convertido en una especie de
santuario donde la gente va a dejar palos para que Bobby los atrape. Dice en su
lápida: “Que
su lealtad y devoción sean un ejemplo para todos
nosotros”.
Otra de las insólitas historias de perros
En Punta Arenas, Chile, tuvo lugar otra de esas fantásticas historias de
perros que superan la imaginación de cualquier guionista. Se desconoce el
nombre del can. Su dueña era una niña de 8 años, que tenía un vínculo muy
fuerte con el animalito. Una mañana, su madre fue a llevar al hermano
pequeño de la niña hasta el jardín de infantes . Por eso la pequeña se quedó sola en la casa durante casi una hora.
Un hombre, que acechaba a la niña, aprovechó la situación para llamar al
timbre. Entró a la fuerza e intentó abusar sexualmente de la niña, que apenas si pudo
defenderse. El perro se lanzó furiosamente sobre el agresor, que en poco tiempo
se vio reducido y huyó. Cuando la madre volvió, la
pequeña le contó lo ocurrido. La policía se hizo presente y detectó rastros de
sangre del pederasta. Así pudieron establecer su identidad y darle captura.
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