121) El Ave Fénix avvfénix.blogspot.com.es 21/06/2023
El anillo del Rey.
Cuentos para reflexionar, Por Paola (Cuento popular – Anónimo)
Una vez, un rey de un país no muy lejano reunió a los sabios de su corte y les dijo:
– “He
mandado hacer un precioso anillo con un diamante, con uno de los mejores
orfebres de la zona. Quiero guardar, oculto dentro del anillo, algunas palabras que puedan ayudarme en los momentos
difíciles. Un mensaje al que yo pueda acudir en momentos de
desesperación total. Me gustaría que ese mensaje
ayude en el futuro a mis herederos y a los hijos de mis herederos. Tiene que
ser pequeño, de tal forma que quepa debajo del diamante de mi anillo”.
Todos aquellos que escucharon los deseos del rey, eran grandes sabios, eruditos
que podían haber escrito grandes tratados… pero ¿pensar un mensaje que contuviera dos o tres palabras
y que cupiera debajo de un diamante de un anillo? Muy difícil. Igualmente pensaron, y buscaron en sus libros de filosofía por muchas
horas, sin encontrar nada en que ajustara a los deseos del poderoso rey.
El rey tenía muy próximo a él, un
sirviente muy querido. Este hombre, que había sido también sirviente de su
padre, y había cuidado de él cuando su madre había muerto, era tratado como la
familia y gozaba del respeto de todos.
El rey, por esos motivos, también lo
consultó. Y éste le dijo:
– “No soy un sabio, ni un erudito,
ni un académico, pero conozco el mensaje”
– “¿Como lo sabes preguntó el rey”?
– “Durante mi larga vida en Palacio,
me he encontrado con todo tipo de gente, y en una oportunidad me encontré con
un maestro. Era un invitado de tu padre, y yo estuve a su servicio. Cuando nos
dejó, yo lo acompañe hasta la puerta para despedirlo y como gesto de
agradecimiento me dio este mensaje”.
En ese
momento el anciano escribió en
un diminuto papel el mencionado mensaje. Lo dobló y
se lo entregó al rey.
– “Pero no
lo leas”, dijo. “Mantenlo guardado en el anillo. Ábrelo sólo cuando no encuentres salida en una
situación”.
Ese momento no tardó en llegar, el
país fue invadido y su reino se vio amenazado.
Estaba huyendo a caballo para salvar
su vida, mientras sus enemigos lo perseguían. Estaba solo, y los perseguidores
eran numerosos. En un momento, llegó a un lugar donde el camino se acababa, y
frente a él había un precipicio y un profundo valle.
Caer por él, sería fatal. No podía
volver atrás, porque el enemigo le cerraba el camino. Podía escuchar el trote
de los caballos, las voces, la proximidad del enemigo.
Fue entonces cuando recordó lo del
anillo. Sacó el papel, lo abrió y allí encontró un pequeño mensaje
tremendamente valioso para el momento…
Simplemente decía “Esto También Pasará”.
En ese momento fue
consciente que se cernía sobre él, un gran silencio.
Los enemigos que lo
perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de
camino. Pero lo cierto es que lo rodeó un inmenso silencio. Ya no se sentía el
trotar de los caballos.
El rey se sintió
profundamente agradecido al sirviente y al maestro desconocido. Esas palabras
habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a guardarlo en el anillo,
reunió nuevamente su ejército y reconquistó su reinado.
El día de la victoria,
en la ciudad hubo una gran celebración con música y baile…y el rey se sentía
muy orgulloso de sí mismo.
En ese momento,
nuevamente el anciano estaba a su lado y le dijo:
– “Apreciado rey, ha llegado el momento de que leas nuevamente el mensaje del anillo”
– “¿Qué quieres
decir?”, preguntó el rey. “Ahora estoy viviendo una situación de euforia y
alegría, las personas celebran mi retorno, hemos vencido al enemigo”.
– “Escucha”, dijo el anciano. “Este mensaje no es solamente para situaciones
desesperadas, también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando
te sientes derrotado, también lo es para cuando te sientas victorioso. No es
sólo para cuando eres el último, sino también para cuando eres el primero”.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje… “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”
Y, nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba. Pero el orgullo,
el ego había desaparecido.
El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Lo malo era tan transitorio como lo
bueno.
Entonces el anciano le
dijo:
“Recuerda que todo
pasa. Ningún acontecimiento ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche; hay momentos de alegría y momentos de
tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la
naturaleza misma de las cosas.”
Reflexión:
“Esto también pasará”: Aceptación. Templanza.
Tanto la aceptación como la templanza son fundamentales para nuestro bienestar emocional.
Como siempre digo: todas las emociones tienen una finalidad: lo importante es vivirlas de
manera adaptativa. Muchas veces
ante situaciones difíciles podemos llegar a un punto de desesperación, como le
sucede al Rey ante sus enemigos. La desesperación nos nubla, no ayuda a la hora
de tomar decisiones acertadas, y nos genera gran sufrimiento… Se nos hace todo
un mundo, y perdemos la perspectiva.
Hemos de tener en cuenta que “esto también pasará”. Ninguna emoción o estado permanece.
Hay cosas que podemos cambiar, mejorar, podemos esforzarnos y avanzar. Pero
también hay veces en las que no podemos hacer nada porque no depende de nosotros.
En la vida suceden
fatalidades que no podemos cambiar, frustraciones cuando las cosas no salen
como nos gustaría.. Esto nos puede generar rabia, rencor, una tristeza
profunda, bloquearnos.. y para poder superarlo hemos de templar nuestras
emociones y aceptar que hay cosas que no podemos cambiar.
Nuestra mente es como
un mar, y las emociones sus corrientes y oleaje: a veces el mar está en calma, a veces hay corrientes que empujan mar
adentro, tormentas o mala mar. No podemos evitar esas olas, no podemos
controlarlas: pero podemos no dejarnos arrastrar por ellas y navegarlas
manteniendo nuestro rumbo.
A partir de la aceptación podremos recuperar la
claridad y serenidad para seguir avanzando.
Las sensaciones
intensas como la rabia o la euforia nos hacen perder la objetividad por
completo, de ahí la importancia de no encallarnos en las emociones y dejar que
pasen, para poder analizar la situación presente y tomar decisiones
desde la templanza. No dejarnos revolcar por esas olas. Navegar a
través de la tormenta.
El luchar contra las emociones,
quedarnos “enganchados” en la frustración, el rencor y la rabia de que las
cosas no sean como esperamos, nos hace más desgraciados: es como intentar nadar
a contracorriente cuando hay una corriente de resaca que nos lleva mar adentro…
nos agota y no da resultado.
Muchas veces para llegar a este punto de
aceptación y templanza precisamos realizar un trabajo interior de manera
consciente, encontrar una buena manera para mantener el rumbo aunque el mar
esté agitado y surfear las olas sin que nos arrastre. Ser conscientes de que
las emociones, como las olas, vienen y van.. “también pasarán”. Nosotros
seguiremos navegando con sol o con tormenta. Hay un dicho que dice que:
Ningún mar en calma ha hecho experto a un marinero
Gracias a la
templanza podemos aprender la habilidad de navegar entre tormentas
emocionales sin perder el rumbo ni naufragar.
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