avvfénix.blogspot.com.es 20/06/2020
La fábula
de la esperanza. El helecho y el bambú
Podríamos
decir que el cuento del helecho y el bambú es la fábula de la esperanza. ¿Por qué? Porque en él reside
la verdadera esencia de la resiliencia y de la perseverancia; es
decir, esta historia que refleja la importancia de no darnos por vencidos cuando nos toca enfrentarnos a un obstáculo,
a un reto o a un mal
sobrevenido.
Puede que no
veamos cambios y que nos cueste gestionar la permanencia en un punto
en el que no vemos avance sino estancamiento o, incluso, retroceso. Desde luego
que esto forma parte de la vida y que, sin duda, entran en juego muchos
factores a la hora de plantearnos si permanecer o no en el camino que creemos
que nos conduce a nuestros anhelos.
Pero, ¿qué
pasa si dejamos de escarbar y realmente nuestro objetivo no estaba tan lejos?
Aquí entra en juego un fenómeno que en psicología y economía ha sido ampliamente
documentado: la aversión a la pérdida.
El recelo
emocional y cognitivo ante los riesgos
Preferimos
no perder antes que ganar y, por ello, solemos retirarnos pronto para «curarnos
en salud» y no arriesgamos. Por ello, cuando evaluamos una posible ganancia, preferimos apartarnos y
evitar la pérdida antes que llegar al beneficio.
Esta pérdida
puede ser emocional, económica o de cualquier otro tipo. Lo que está claro es que si tenemos
en cuenta este fenómeno, lograremos potenciar nuestras posibilidades de éxito
en una circunstancia concreta.
Según
planteaban Amos
Tversky y Daniel Kahneman, nuestra actitud hacia los problemas depende de cómo planteemos las
alternativas. Así, si pensamos en una persona, llamémosle Rosa, que
mantiene una relación monótona y aburrida durante 15 años, podemos
percibir que hay cierto enganche que está promoviendo la inmovilidad de
esta persona y a su aversión a terminar su relación.
El hecho de
que Rosa tome la decisión de finalizar su relación o no depende principalmente de cómo
se plantee su estancia en la misma. Nuestra mujer tiene dos opciones que vamos
a exponer a continuación, primero en términos abstractos y después de manera
más específica respecto al caso que hemos planteado:
- Si planteamos la situación en términos de ganancias, nuestra respuesta será en general de aversión o recelo hacia el riesgo o al cambio de alternativa. Es decir, si Rosa considera que la estabilidad emocional es más valiosa que la necesidad de conocer cosas nuevas, seguirá en esa relación.
- Si planteamos la situación en términos de pérdidas, entonces preferiremos arriesgarnos y dar un paso adelante. O sea que si Rosa cree que necesita un giro en su vida y que conocer mundo le es más necesario que tener a alguien a quien recurrir 24 horas al día, entonces su predisposición es más que evidente.
Lo mismo
ocurre cuando tenemos que lidiar con un mal día o un mal momento. Si creemos
que todo está mal, probablemente mantengamos la creencia de que cualquier cosa
que hagamos puede empeorar la situación. Esto nos conducirá a un alto grado de
inmovilismo y, como sabemos, EL
INMOVILISMO ES INCOMPATIBLE CON LA VIDA.
Recalcar
esto vale la pena a la hora de plantearnos qué es lo que nos engancha y
qué es lo que merece la pena que pongamos en juego para lograr nuestros
objetivos. Asimismo,
es necesario que echemos mano de estos detalles para tomar decisiones. Por eso
es tan importante hacer listas de ventajas y desventajas de las distintas
opciones que consideramos plausibles a la hora de decidir sobre algo.
La fábula del
helecho y el bambú
No te rindas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda.
Un día
decidí darme por vencido: renuncié a mi trabajo, a mi
relación y a mi vida. Fui al bosque para hablar con un anciano que,
según decían, era muy sabio.
–¿Podría
darme una buena razón para no darme por vencido? – le pregunté.
-Mira a tu
alrededor, -me respondió- ¿ves el helecho y el bambú?
-Sí. -respondí.
-Cuando
sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. El helecho
rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la
semilla de bambú. Sin embargo, no renuncié al bambú.
En el
segundo año el helecho creció más brillante y abundante y, nuevamente, nada
creció de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.
En el tercer
año, aún nada brotó de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.
En el cuarto
año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.
En el quinto
año un pequeño brote de bambú se asomó en la tierra. En comparación con el
helecho era aparentemente muy pequeño e insignificante.
El sexto
año, el bambú creció más de 20 metros de altura. Se habían pasado ya
cinco años echando raíces que lo sostuvieran. Aquellas raíces lo hicieron
fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir.
El bambú
tiene un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos son necesarios
y hacen del bosque un lugar hermoso.
Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia.
Ambos son esenciales para la vida. La felicidad te mantiene dulce. Los
intentos te mantienen fuerte. Las penas te mantienen humano. Las caídas te
mantienen humilde. El éxito te mantiene brillante…
Si no consigues lo que anhelas, no desesperes, quizás
solo estés echando raíces…
Replantéate tus
prioridades a diario
A la hora de
seguir inmersos (o no) dentro de un proyecto vital de la índole que sea, debemos
contemplar qué es lo que merece una inversión de tiempo y esfuerzo como el
bambú. Los objetivos más valorados y más fructíferos a largo plazo son los que
más nos cuestan.
Esta fábula
no es el ya mítico «si quieres, puedes». Este mensaje es tan irreal como
desesperante y nos priva de un diálogo interior verdadero y saludable. Lo que cabe
decir es que si de verdad lo crees posible y tienes fuerzas para pelear por
ello, merece la pena trabajar para conseguirlo.
Lo
consigamos o no lo consigamos, el viaje merece la pena. De ahí la importancia
de que reconceptualicemos nuestras posibilidades y que dispongamos todo para
regar cada día un poco más la semilla de nuestro bambú. Todo suma y, por
ello, la inversión emocional en aquello que queremos merece tanta consideración
y mimo por nuestra parte.
Recordemos,
pues, el mensaje que nos transmite nuestra fábula de hoy: Los
intentos te mantienen fuerte. Las penas te mantienen humano. Las caídas te
mantienen humilde. El éxito te mantiene brillante… Así es que si no
consigues lo que anhelas, no desesperes, quizás solo estés echando raíces…
No te rindas, aún estás a tiempo de comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el
vuelo…Es la resiliencia.
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