avvfénix.blogspot.com.es 27/08/2020
La fábula de la adversidad.
Una vez leí que todos estamos programados para sobrevivir. Que no importa cuántos obstáculos o situaciones difíciles nos sucedan en la vida porque, siempre tendemos a seguir adelante, solo depende de nuestra capacidad, o lo que, perfectamente, podríamos traducir, a la actitud para afrontar cualquier situación difícil e inesperada.
Experimentar la adversidad no es malo, encariñarse con ella, sí.
En algún momento hemos vivido alguna situación que nos ha llevado a un bloqueo emocional, por ejemplo, la pérdida de un ser querido, una ruptura de pareja, no haber conseguido un trabajo, un suspenso o cualquier otro contratiempo que nos haya hecho sentir vulnerables o perdidos. Y en ese momento es cuando pensamos… (Esta no es la vida que había planeado para mí, todo esto es muy distinto a lo que había imaginado).
El disgusto es tan grande que, algunos, llegamos a la frustración, pero no una cualquiera, sino esa que duele, la que te bloquea y no te deja ver nada claro, la que te convierte y hace cambiar tu actitud frente a todo lo demás. Incluso puede que llegue un día en que lo hayas perdido TODO por no haber tomado la única decisión que deberías haber tomado, afrontar la adversidad.
Hace un tiempo descubrí una fábula bastante curiosa que me hizo recapacitar sobre todos esos “cómo” y “porqué” que hasta ahora me he ido preguntando cada vez que me encontraba en una mala situación. Además, con esta fábula podemos intentar entender mejor el sentido de la vida y el papel que juegan sus reglas.
Trata de cuatro semillas que a través del viento llegaron a parar en medio de la selva. Allí se ocultaron entre la tierra, por lo que solo sería cuestión de tiempo que empezaran a desarrollarse y crecer hasta convertirse en un árbol precioso e inmensamente grande. Cuando la primera semilla comenzó a germinar, descubrieron que no sería una tarea nada fácil. Y es que en aquel lugar vivía una manada de monos, y los más jóvenes habían encontrado la diversión lanzando plátanos al suelo. Por lo que, aquella primera semilla recibió un platanazo que quedó prácticamente partida por la mitad. Les contó a todas las demás semillas lo que le había pasado y todas llegaron a la conclusión que lo mejor sería esperar a crecer, por lo menos, hasta que aquel grupo de monos se alejaran o abandonaran aquel espacio donde habitaban. Pero hubo una de ellas, que pensó que, por lo menos, debía intentar crecer en aquel hábitat que el viento les había llevado. Las otras, le pidieron y suplicaron, que no lo hiciera, que no lo intentara, que era peligroso, sin embargo, la semilla estaba decidida, quería convertirse en un árbol y se puso a ello.
Por cada intento, los monos intentaban ajustar cada vez más la puntería para dar con la pequeña semilla que, tras varios intentos, se había convertido en una pequeña plantita, pero en seguida se doblaba por los impactos de todos los plátanos que le tiraban.
No se rindió, a pesar de las otras semillas, que seguían insistiendo en que lo dejara, o al menos, que esperase a que los monos durmieran y así evitar el peligro.
La pequeña semilla, iba creciendo y seguía intentándolo por momentos, aunque parecía que funcionaba y lo conseguía, al final siempre acababa recibiendo otro platanazo y todo volvía a empezar.
Hasta que llego el día en que, un plátano le impactó igual o más fuerte, y ella no se dobló. Luego recibió otro, y otro, pero con ninguno de ellos cayó en mil pedazos, la semilla a penas se dobló. Y es que había recibido tantos golpes y se había doblado tantas veces que se le habían hecho montones de nudos y cicatrices en el tronco. Pasaron los días, y su tronco cada vez se hacía más grueso y resistente, hasta tal punto que no había impacto de plátano que le hiciera inclinarse o caer. Así que ella continuó creciendo y creciendo.
Gracias a la dureza de aquél tronco pudo superar todas las dificultades hasta convertirse en un árbol más grande de lo que ella había soñado.
Respecto a las otras semillas, seguían ocultas en el suelo, esperando a que los monos se fueran, pero lo que no sabían era que solo con la presencia de aquellos monos y sus platanazos serían capaces de fortalecer su tronco y prepararse para cualquier problema que pudieran encontrar a lo largo de su crecimiento.
¿Cuál es la moraleja?
Pensemos en todos y cada uno de los problemas, experiencias negativas, contratiempos, enemigos, caídas, golpes, traiciones y, apodérate de ellas, asúmelas, porque, nos guste o no, han formado y forman parte de nosotros. Porque crecer es aceptar y saber afrontar toda adversidad que se te cruce por el camino.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
La superación del miedo.
No hay ninguna regla ni magia que haga desaparecer los miedos. Solo hay un detonante y es el fracaso. Solo cabe una opción, enfrentarse a él.
Las tres semillas se dejan vencer por “el miedo”, una sola respuesta emocional ha podido con todas las semillas. ¿Creéis que la semilla que decide intentar convertirse en árbol no tiene miedo o no le duelen los platanazos? Evidentemente, pero no deja que los monos (el miedo), se conviertan en una limitación para alcanzar su meta.
“Convertir el miedo en nudos del tronco”
- Focalizar nuestro objetivo evitando las distracciones.
De las cuatro, solamente una decide intentar conseguir su objetivo y aun así las demás semillas insisten en que no lo siga intentando.
“solo queremos lo mejor para ti”, “Yo sé que te vas a equivocar”, “en serio, hazme caso, hay gente más preparada”, …
Llegados a cierto punto y excepcionando a los padres, que debe ser innato, lo siento, pero estoy totalmente en desacuerdo con estas “opiniones”, por llamarlas de alguna manera. Si apenas se sabe, lo que es y lo que no es bueno para cada uno, ¿como se puede saber lo que es bueno para alguien?
En 2009 creía que mi carrera era todo lo bueno que podía alcanzar, luego seguí formándome en otro campo y en 2017, todo cabe en una carpeta donde guardo unos cuantos títulos oficiales en papel.
¿ha sido un objetivo alcanzado? SÍ.
¿Ha sido mi mejor meta como creía tiempo atrás? NO.
¿Hago caso de las constantes opiniones acerca de mi formación/trabajo, por ejemplo, para que estudias esa carrera si con eso serás una administrativa más! ...eso no te servirá para nada, por qué no haces esto o por qué no te dedicas a lo otro? Sabes? X ha encontrado trabajo en Y, cobrando Z .. NO.
La vida pasa y nuestros objetivos cambian. Y sonará típico, pero totalmente cierto, que no hay que permitir a nadie que viva, ni decida por ti. No prestaría jamás mis zapatos a nadie, así que cada uno debería focalizar sus objetivos con perseverancia y sin más distracciones.
- Alcanzar el éxito afrontando los malos momentos.
Ganar el trofeo o la medalla no se consigue por una casualidad ni por pura suerte. Cualquier carrera que te propongas viene acompañada de dificultades, esfuerzo y disciplina.
A menudo nos entran dudas e incluso, a veces, también podemos llegar a sentir que nuestro esfuerzo no ha valido la pena, así que ¿cuál es tu motivo para seguir adelante? ¿Cuantos “no” o rechazos vas a ser capaz de aguantar?.
Sinceramente, no sé cuál es la clave del éxito, ni tampoco sé cómo alcanzar los objetivos sin que haya sufrimiento. De hecho, día tras día, sigo equivocándome, enfrentándome a mis miedos, a muchas negativas, muchos “No”. Me he caído miles de veces y caeré otras mil más, pero si algo he aprendido es que, perseguir el éxito viene supeditado por nuestra experiencia con el fracaso. Tras esa experiencia, he obtenido el perdón, la madurez frente a los actos de los demás, he entendido que forjamos nuestro carácter, nuestra personalidad y veo como aumenta mi esperanza al ver que cada vez falta menos para llegar a mi objetivo.
Como bien dice un proverbio japonés y haciendo un guiño a alguien muy especial .
“Hay que caerse siete veces para levantarse ocho”.
Así que, el hecho de que entendamos las reglas de la vida, no significa que debamos transformarnos en ellas, que las equivocaciones de los demás no tienen por qué convertirnos en odio o frustración, o es que, por el simple hecho de nadar en el mar, ¿vas a acabar convirtiéndote en agua?
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