Breve
historia de Andalucía. Un crisol de culturas
La Andalucía actual es el resultado de un auténtico crisol de
culturas que han dominado sus tierras desde tiempos inmemoriales. Pocas
regiones en Europa e incluso en el mundo pueden presumir de tener un pasado tan
rico y variado como el de esta
comunidad autónoma. Por ello, en esta página te mostramos una breve historia de
Andalucía, sabedores de que muchos detalles y episodios importantes quedarán en
el tintero, pues cada provincia y cada ciudad tienen a su vez su propia
historia, que repasamos en cada una de las páginas dedicadas a ellas.
Una vía de entradad para los Homínidos : Prehistoria
A día de hoy, la primera
evidencia de la presencia de la especie homo en Andalucía se remonta al
Paleolítico Inferior, dentro de la cultura achelense (400.000-70.000 a.C.). Sin
embargo, algunas hipótesis en desarrollo apuntan a una llegada anterior, lo que
podría indicar que se usó el estrecho de Gibraltar como puerta de entrada desde
África hacia Europa.
En cualquier caso, en una
breve historia de Andalucía como esta, no puede faltar una mención a
importantes yacimientos arqueológicos de períodos posteriores, como por
ejemplo:
Paleolítico Medio (150.000-30.000 a.C.)
Paleolítico Superior (40.000-10.000 a.C.)
Neolítico (6.000-3.000 a.C)
Edad de los Metales (3.000-siglo X a.C.)
Lo más destacable en la Edad Antigua de la historia de Andalucía es quizá la influencia comercial e incluso la colonización de determinados territorios por parte de los pueblos venidos de otros lugares del Mediterráneo. Primero fueron los fenicios de Tiro, hasta el s.VI a.C., que se asentaron en lugares como Malaka y Cerro del Villar (Málaga), Gadir (Cádiz) o Sexi (Almuñécar). Casi a renglón seguido, llegó el turno de los cartagineses o púnicos.
Dentro de esta breve historia de Andalucía, merece una mención
especial Tartessos, una civilización que surgió ya en la Edad de los
Metales pero que se mantuvo con buena salud por sus relaciones con fenicios y
luego con cartagineses, hasta su colapso hacia el 500 a.C. Su cultura aún está
siendo estudiada, pero se desarrolló en las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, y parece haber sido el resultado de la aculturación de los
indígenas por influencia fenicia.
Heredera de Tartessos es
Turdetania, en la Andalucía Occidental, siendo uno de los pueblos íberos
más desarrollados hasta la llegada de los romanos (finales del s.III a.C.).
Otros pueblos íberos contemporáneos y asentados en territorio andaluz actual
fueron los bastetanos y los oretanos.
Este territorio, por
cierto, era el final del mundo para los antiguos griegos, pues el Estrecho
de Gibraltar fue donde el héroe Heracles (Hércules, para los romanos) instaló
sus columnas para indicar que no había nada más allá (Non Plus Ultra). Como
veremos más abajo en esta breve historia de Andalucía, sí que había mundo más
allá… y Andalucía sirvió de base para descubrirlo.
Andalucía Objdetivo de colonizadores orientales : Edad antigua:
Los Romanos: Historia
Un capítulo destacado de
esta breve historia de Andalucía hay que dedicárselo a la dominación romana.
Desde el final de la segunda guerra púnica (siglo III a.C.), Roma se
erigió como la potencia dominadora de la Península Ibérica. Al inicio, la Hispania
Ulterior se correspondía a grandes rasgos con la actual Andalucía, aunque
posteriormente hubo otras divisiones administrativas, pasando a
denominarse Bética. Otras provincias romanas con territorios de la actual
Andalucía fueron Lusitania y Cartaginensis. Comenzó lo que se
conoce como la romanización del territorio: una asimilación prácticamente total
de esta cultura, lengua, legislación, economía, organización política… Y
también supuso la plantación de la semilla de la cristianización, que arraigó y
germinó con fuerza tiempo después.
En este territorio del sur de la Península Ibérica hubo grandes núcleos de población, unidos por importantes calzadas romanas: Corduba, Gades, Malaca, Iliberris, Hispalis, Itálica… La Bética nutría al Imperio de importantes productos, como minerales (incluido el oro y la plata), cereales, aceite, vino y garum, entre otros muchos.
Por tanto, Roma supone un
episodio central en esta breve historia de Andalucía por sus grandes
aportaciones culturales a la región, pero esta provincia romana también fue un
lugar clave para el conjunto del Imperio, no solo por su importancia económica
sino también por algunos de los ciudadanos que en ella nacieron.
En especial, estos
personajes:
- Trajano (53-117 d.C.): emperador romano, nacido en Itálica
- Adriano (76-138 d.C.): emperador romano que sucedió a Trajano, del
que era sobrino segundo por vía materna. Aunque no existe consenso acerca
de su nacimiento en Itálica, sí parecen claros los orígenes de su familia
en esta ciudad de la actual provincia de Sevilla
- Séneca (4 a.C. 65 d.C.): filósofo, natural de la ciudad de Corduba
Visigodos
y Bizantinos: Alta Edad Media
Con la caída del Imperio
Romano y las invasiones bárbaras a comienzos del siglo V d.C., comienza una
nueva etapa en la historia de Andalucía, pues el pueblo que terminó por
imponerse y asentarse en en el sur de la península Ibérica fue el visigodo. No
obstante, su definitiva dominación del territorio fue lenta y progresiva,
y no se culminó hasta la muerte del rey Leovigildo, a finales del
siglo VI. Mientras se producía esa unificación, las costas andaluzas y amplias
zonas del interior oriental andaluz estaban controladas por el Imperio
Bizantino, heredero del Imperio Romano, que nombró a esta provincia Spania.
Malaca y Asidonia fueron
dos de las grandes ciudades bizantinas andaluzas de este periodo. Y de la
Andalucía visigoda, caben destacar varios personajes a nivel religioso: San
Isidoro de Sevilla y San Hermenegildo quien, a pesar de nacer en Medina del
Campo, fue gobernador de la Bética visigoda y con su conversión fue uno de los
grandes artífices del abandono del arrianismo y la adopción del catolicismo como
religión oficial.
Momentum en la historia de Andalucía: Al-Ándalus
Si bien todos los periodos son importantes en el conjunto de la historia de Andalucía, no exageramos si decimos que la invasión árabe a partir del 711 supuso un auténtico momentum. Y es que fue una una conquista que, paradójicamente, supuso un gran impulso para la región, a todos los niveles, especialmente a nivel cultural. Propició una convivencia, no siempre pacífica, entre hebreos, cristianos y árabes, con dominio de estos últimos, que llamaron genéricamente al sur peninsular Al-Andalus.
La primera entidad
política que aquí se organizó fue el Emirato de Córdoba, inicialmente
dependiente del Califato omeya de Damasco y posteriormente independiente del
Califato abbasí de Bagdad, a partir de Abderramán I. Una independencia civil
que posteriormente se convirtió también en religiosa, pues Abderramán III
instituyó el Califato de Córdoba en 912, proclamándose de esta manera
califa, es decir, sucesor mismo de Mahoma. La mezquita de Córdoba o
el complejo palaciego de Medina Azahara son algunos de los mejores ejemplos de
este periodo.
La expansión árabe fue tan
grande que alcanzó casi toda la península ibérica, pero a partir del siglo
IX comenzó un paulatino retroceso, fruto del avance reconquistador de los
reinos cristianos del norte. Paralelamente, las divisiones internas propiciaron la
caída del Califato en 1031, dando lugar a una descomposición territorial
en diferentes reinos, conocidos como los Reinos de Taifas, siendo la Taifa
de Sevilla una de las más importantes.
A finales del s. XI y
durante el XII, se produjeron dos invasiones bereberes procedentes del
otro lado del Estrecho de Gibraltar (primero almorávides y posteriormente
almohades) que trataron de dar una mayor unidad a los reinos Taifas.
A comienzos del siglo XIII
se produce un importante avance cristiano, cuyo principal hito fue la Batalla
de las Navas de Tolosa (1212), episodio fundamental en la historia de
Andalucía y de España en general, por haber supuesto la unión de los diferentes
reinos septentrionales (Castilla, Aragón y Navarra). Como consecuencia de esa
victoria surgieron posteriormente los reinos cristianos de Sevilla, Córdoba y
Jaén, bajo dominio castellano aunque con cierta autonomía, mientras que bajo
dominio musulmán quedó solo el de Granada, que había nacido con la dinastía
zirí en el s. XI y que a partir de entonces estaría gobernada por los nazaríes.
Esta situación
geopolítica, en la que la actual Andalucía quedaba dividida entre cristianos
(noroeste) y musulmanes (sureste), se mantuvo durante aproximadamente dos
siglos. En el lado cristiano, destacaron reyes como Fernando III el Santo
y Alfonso X el Sabio, ambos enterrados en la catedral de Sevilla, que
muestra en sí misma esa mezcla de culturas de la Andalucía medieval: un templo
gótica iniciado a comienzos del siglo XV, cuyo campanario era el minarete de
una mezquita musulmana del siglo XII. Y en el lado musulmán, la gran joya
que ha llegado hasta nosotros es la Alhambra de Granada, símbolo del esplendor
de la dinastía nazarí.
Fin
de la Reconquista y Conquista del Nuevo Mundo.
1492 es otro momento
destacado de esta breve historia de Andalucía, como también lo es para España y
para el mundo en general. Es la época del reinado de los Reyes Católicos,
Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, y la fecha en la que tomaron tres
importantes decisiones, fraguadas precisamente en lo que hoy es Andalucía.
En primer lugar, termina
la Guerra de Granada con la toma de la ciudad el 2 de enero, tras el
acuerdo con el rey nazarí Boabdil. Esta guerra, que había comenzado mucho antes
y que tuvo otros capítulos destacados (como la Batalla de Málaga en 1487) se
considera el último episodio de la Reconquista. Meses después se produjo la
expulsión de los sefardíes (judíos de Castilla y Aragón), ampliamente asentados
en lo que hoy es Andalucía, como atestiguan importantes juderías (Córdoba, Jaén
o Lucena). Y por último, la llegada de Cristóbal Colón, bajo bandera
castellana, a América. Un viaje que se organizó en gran medida en la provincia
de Huelva, como da cuenta de ello la ruta de los Lugares Colombinos.
De esta manera, se
inaugura la Edad Moderna, con un papel central de España, y en particular
de lo que hoy es Andalucía. Entramos así en una nueva etapa para la historia de
Andalucía: la de la dinastía de los Austrias, con Carlos I y Felipe
II como grandes exponentes del poder del nuevo imperio. Y aunque Felipe II
estableció la capital en Madrid, los puertos andaluces mantuvieron un tráfico
inusitado, especialmente el de Sevilla. Esto la convirtió en una de las
ciudades más cosmopolitas y ricas del continente, gracias al establecimiento
aquí de la Casa de Contratación, para fomentar los viajes a Ultramar y acaparar
el monopolio de su comercio.
Otra consecuencia palpable
en esta y otras muchas ciudades fue la proliferación de conventos y templos
religiosos, impulsados precisamente por la misión evangelizadora en el Nuevo
Mundo y por los recursos que de él llegaban. La fuerte defensa de la religión
católica se extendió también a la relación con los moriscos que aún habitaban
en territorio andaluz, como da cuenta de ello la crisis de la rebelión de
las Alpujarras (1570-72) o la definitiva expulsión en 1609.
El mejor exponente de
esta época dorada de la historia de Andalucía es el arte, en particular:
- La arquitectura,
con su esplendoroso Renacimiento (catedral de Jaén, monumentos de Úbeda y
Baeza) y su exuberante barroco (cartuja de Jerez de la Frontera y
numerosas capillas). Un estilo que, por cierto, es aún más importante por
su exportación a América Latina (catedral de Cuzco o catedral de
México DF, entre otras)
- La pintura: es la
época en la que surgen algunos de los más grandes pintores españoles, como
Velázquez y Murillo
- La escultura: es el
periodo de trabajo de importantes nombres como Pedro de Mena o Alonso Cano
No obstante, el siglo
XVII es también el comienzo de un periodo de decadencia política y social y
que también va a la par de la decadencia de España en el contexto
internacional, durante el periodo que se conoce como el de los Austrias Menores
(Felipe III, Felipe IV y Carlos II), con diferentes revueltas sociales, en
ocasiones por subidas fiscales.
Intentos
de industrialización : Dinastía Borbónica.
La llegada de la dinastía
borbónica en el siglo XVIII supone otro capítulo de la historia de Andalucía,
en el que se adoptan medidas y reformas administrativas para intentar relanzar
a la región, que comenzó a notar la pérdida de empuje en el comercio de las
Américas con respecto a otras potencias, como la holandesa y la inglesa.
Algunos ejemplos de esos intentos son la creación de la Casa de la Lonja, hoy
Archivo General de Indias en Sevilla, o el traslado de la Casa de
Contratación a Cádiz.
Pero estos intentos, en
general, no fructificaron. Como tampoco lo hizo el proceso de industrialización,
que no radicó en el sur peninsular como en otros puntos de España y de Europa.
Una depresión que se agudizó con la invasión napoleónica y la paralela pérdida
de las primeras colonias americanas. Las Cortes de Cádiz y su Constitución, la
Pepa, fue solo un rayo de esperanza que acabó apagándose en las primeras
décadas del siglo XIX, aunque sirvió de inspiración para el progresivo auge del
liberalismo en ese siglo. El Museo de las Cortes de Cádiz lleva al
visitante hasta este periodo en el que Cádiz se convirtió en la ‘capital’ de la
España que se negaba a someterse al dominio francés.
Un liberalismo que, en
verdad, estaba aún muy verde en Andalucía, pues con la Restauración
monárquica tras la Gloriosa Revolución de 1868, el caciquismo vio en amplias
zonas rurales de Andalucía un territorio perfecto para expandirse. Una realidad
que convivió con otro fenómeno muy arraigado en la Andalucía profunda del siglo
XIX: el bandolerismo. Y el mejor lugar para conocerlo es el Museo del
Bandolerismo, en la localidad malagueña de Ronda.
Con todo, el breve
periodo de bonanza económica que hubo en España hasta el desastre del 98, que
algunos historiadores denominan “el veranillo de la historia de España”, aportó
también algunos rayos de sol a la historia de Andalucía. En especial, algunos
proyectos ligados a la industrialización del país. Por ejemplo, el desarrollo
del ferrocarril o las explotaciones mineras de Huelva, impulsadas por la
inversión inglesa, de la que son buenos ejemplos algunos monumentos como el Muelle-Embarcadero
del Tinto y todo lo que se conoce como el ‘Legado inglés’, todo un
recurso turístico para esta ciudad.
Intenciones
y grandes contrastes:Siglo XX
Esta breve historia de
Andalucía llega al siglo XX, en cierta medida, marcada por algunas buenas
intenciones de desarrollo. Por ejemplo, con la Exposición Iberoamericana de
1929, que mostró el deseo de la región de volver a abrirse al mundo, en
especial al continente americano, con el que tantos lazos tuvo en centurias
anteriores. Su principal legado fue la Plaza de España de Sevilla.
La II República española fue
también, para muchos, un periodo de esperanza para el desarrollo y la igualdad
social, pero también supuso la incubadora de un sentimiento anticlerical que
explotó durante la Guerra Civil y dejó grandes destrozos en el patrimonio
artístico de numerosas iglesias y conventos. Pero eso fue solo una de las
muchas consecuencias de la contienda, que dejó una región exhausta y muy
diezmada en población, con auténticos dramas familiares del que el fusilamiento
de Federico García Lorca es el mayor exponente.
La posguerra fue
especialmente dura en el sur de España y aunque, como el resto del país,
comenzó a levantar ligeramente la cabeza en los años 50, Andalucía se mantuvo
durante mucho tiempo en el vagón de cola de las regiones Europa.
Un
nuevo horizonte:Siglo XXI
El siglo XXI abre un nuevo
capítulo de la historia de Andalucía. Una región que, sin querer obviar algunos
problemas que debe resolver, está ya plenamente integrada en la Europa moderna
actual: se trata de una sociedad abierta y tolerante, con servicios
públicos y gratuitos de calidad, una red de transporte muy bien
interconectada (autopistas eficientes, trenes de Cercanías, ferrocarril de
alta velocidad, puertos de gran magnitud, aeropuertos internacionales, etc.) y
una creciente profesionalización de sus sectores productivos.
Cierto es que el PIB per
cápita en Andalucía es todavía sensiblemente inferior a la media europea e
incluso a la española. Sin embargo, esta cuestión hace muy competitiva a
esta región en uno de los sectores económicos con mejor salud: el turismo. Los
precios relativamente bajos de Andalucía son un factor de atracción para
viajeros internacionales, que disfrutan aquí de servicios de alta calidad en
hostelería y transporte a bajo que el que encuentran otras regiones turísticas.
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