Historias de la vida y de la
calle.-
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La entrañable historia de Noé.- Historia real y fiel a los hechos ocurridos 16/11/2018.
Os voy a contar la historia de Noé (mi queridísimo y muy recordado perro). Noé era un perro de tamaño más bien pequeño, raza
indeterminada, parece que era un cruce pero nunca llegué a saber de qué, edad
aproximada a tres años cuando lo recogí, los datos de raza y edad son los que facilitaron
los Veterinarios, color de pelo Negro Azabache, guapo, cariñoso…
Noé estaba en la nave de un negocio del que yo tomé posesión pero que
servía solo como almacén, no se estaba o visitaba a diario, en especial yo. Una
de las personas que trabajaba en mi empresa visitaba esa nave con frecuencia
para retirar o llevar mercancía, una de las veces que vino de ella, pasado ya
unos días que la teníamos, me comentó
cada vez que abría la puerta salía disparado un perrillo hacia la calle,( no
sabía de quien era, o porqué estaba allí), le costaba ir a buscarlo y volverlo
a coger y dejarlo dentro de nuevo. En esa nave no tenía comida, ni agua, ni
nadie que lo cuidara. En
el momento que me informó le dije fuera a recogerlo y se lo trajera; las
condiciones en las que estaba eran penosas, por utilizar un calificativo suave,
estaba aterrado, delgado, sucio, con bolas de suciedad en su luego muy bonito
pelo, tenía los ojos rojos, la mirada de terror, de desconcierto, de tristeza; huía del contacto con las personas, creo que
les temía, se escondía, cuando te acercabas a él se le notaba el miedo en sus
ojos.
El primer paso fue llevarlo al Veterinario que hiciera una revisión
completa, el hígado lo tenía mal, la boca… bueno, no sé en verdad si es que
tenía algo bien, supongo que quizás le quedara la Esperanza, aunque lo dudo.
Según iba pasando el tiempo y se reponía,
ganaba en confianza, seguridad, perdió el miedo, creo que empezó a ver
que podrá ser feliz, en su nueva casa de acogida y que en adelante sería un
miembro más de ese domicilio y esa familia.
Yo no sé si los perros piensan, pero de lo que no tengo ninguna duda,
es que creo que Noé sabía la vida que había tenido y la que tenía ahora. Se
convirtió en el perro más cariñoso que yo podía imaginar, creo que en cada
momento quería agradecer lo que se estaba haciendo por él. De esta forma vivió durante unos
años en casa, dando y recibiendo cariño y felicidad.
Pero claro, los años que viven los perros es menor que el de las
personas, y pasó lo que tenía que pasar; pasados unos años, aproximadamente
cinco, enfermó de una forma progresiva, principalmente por el hígado, algo que
no se la había podido curar del todo; no fue posible alargarle la vida durante
mucho tiempo, y al final…
Unos días antes de morir, creo que él ya sabía que le quedaba poco de vida, se sentó
en el salón de casa delante de mi Señora, mirándole muy fijo, yo estaba viendo
la escena, y le dije, te está diciendo que se muere, se está despidiendo. Mi
Sra. es la que estaba día a día más cerca de él, motivo por el que se plantó
delante de ella y no de mí, supongo. Se le intentó hablar, acariciar… pero su
mirada era fija e intensa, imperturbable. Una vez cumplió su misión de
despedirse, se volvió y empezó a andar, muy lentamente y balanceándose, como le
permitía su salud, se metió debajo de la cama, por más que le llamamos ya no
quiso volver a salir. Al día siguiente le llevamos al Veterinario y esto nos
aconsejó que si no le queríamos ver sufrir, se le pusiera una inyección para
dormirle… para siempre.
No pude
despedirme de él en su último momento, estaba de viaje ese día, cuando volví me
enteré del triste final, me dolió, creo que sentí un fuerte pinchazo en el
corazón, no son palabras, fue lo que me ocurrió, lo recuerdo perfectamente
La nave en la que se encontró fue uno de los negocios a los que se le
pierde dinero, como otros muchos, pero es una de las pérdidas
económicas de las que me alegré que ocurrieran, gracias a coger esa
nave, conocí a Noé.
Lo que nunca podré entender es que la persona anterior que tenía la
nave, permitiera que se quedara dentro Noé, sin agua, ni comida, ni nadie que
le cuidara, es una de las cosas crueles que puede hacer el ser humano.
Hoy aproximadamente 10 años después, le recordamos en casa con
frecuencia, con muchísimo cariño, con mucha felicidad por haber podido tenerlo
unos años, con el mismo dolor que se recuerda a un ser muy querido. Esto no
evita que escribiendo esto estoy emocionado, se me ha hecho un nudo en la
garganta, no he podido evitar llorar.
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